Una separación matrimonial sin duda afecta hasta los episodios más cotidianos de una familia. Algo tan simple como ir de vacaciones puede transformarse en un caos, y si los padres no abordan el tema con suficiente madurez y habilidad esto puede generar profundas consecuencias en los niños.
Adaptarse a una ruptura pareja es una tarea que requiere de constante esfuerzo, y que en el camino produce dolor y desgaste en todo el grupo familiar. Por lo mismo, es preciso ser cuidadosos al reaccionar y proteger a quienes probablemente más se resienten, los niños.
Y es que el conflicto se agudiza en época de vacaciones, en donde la vida familiar se favorece. Ser comprensivos y escuchar las necesidades e intereses de los hijos, es una de las principales tareas de los padres, sobre todo cuando atraviesan un periodo de separación.
El tema es delicado, en especial para los hijos. “Ellos son quienes han debido adaptarse a una serie de cambios en la relación con sus padres que se han separado como pareja, pero no como figuras parentales”, explica Hernán Patricio Díaz, psicólogo de la Universidad Andrés Bello.
Una de las principales tareas de los padres es educar en amor para formar personalidades íntegras y seguras de sí mismas. Los hijos necesitan modelos de padre y madre para su propia madurez y para establecer relaciones significativas a su vez con otros seres humanos.
“Es necesario que los padres tengan las cosas claras para sí mismos y entre ellos primero; luego viene el traspaso de valores, actitudes y compromisos a los hijos. Corresponde a los padres explicar el por qué de sus decisiones y cuál es el fin que se busca a través de ellas. No hay que manipular para obtener la aprobación del hijo y menos descalificar al otro progenitor frente a posibles errores que haya cometido y “devolverle” la situación problemática en vez de buscar una solución responsable”, sostiene el especialista.
Al respecto, el psicólogo recalca las diferencias que pueden existir con relación al tiempo de la separación, ya que no es lo mismo un proceso reciente con más sensibilidades expuestas, que uno experimentado hace unos años con más temas asumidos. “Probablemente en el primer caso habrá que ser más cuidadosos en no traspasar, ansiedades, frustraciones, enojos o penas a los hijos al estar de vacaciones con ellos”, dice.
El experto de la UNAB destaca las siguientes recomendaciones a la hora de abordar este difícil episodio:
Comunicación franca: decir a los hijos con tiempo cómo se han programado las vacaciones; no variar a última hora los acuerdos; tener definiciones claras respecto tiempo de convivencia y lugares; y tener contacto con el progenitor ausente.
Empatía: considerar que es probable que los hijos siempre guarden la fantasía de ver a sus padres juntos, por lo mismo comprender sus estados emocionales (en especial en los más pequeños) al estar con uno de sus padres y extrañar al otro. Por lo mismo no juzgar, no manipular, no pretender modificar costumbres e intentar “reeducar” en unas semanas.
Actitud positiva: considerar las vacaciones como un verdadero paréntesis de recreación y estar dispuesto a disfrutar con los hijos los momentos juntos, desde lo más simple, como pasear tomando un helado, hasta los más elaborado como una estadía en la playa o el campo.
Saber escuchar: Siempre es conveniente escuchar a los hijos y conocer sus inquietudes e intereses; qué sentido tiene llevar de vacaciones a la playa a un niño que tiene fobia al agua.
Tomar las decisiones: Es importante ejercer la autoridad materna y paterna. Por lo tanto corresponde al adulto la responsabilidad de tomar la decisión que se cree más adecuada para el menor, muchas veces contra sus deseos. Con todo, en especial de la preadolescencia en adelante es más factible incorporar aspectos que son importantes para ellos, como los amigos, dado que los papás van dejando de ser el centro de su atención exclusiva.
Garantizar una relación directa entre padres e hijos: Debe operar el principio de autoridad hasta que el menor alcance su mayoría de edad. Salvo que exista una situación fundamentada que ponga en riesgo físico o psicológico a un niño, debe garantizarse la relación directa y regular con cada progenitor y esto incluye las vacaciones y otras fechas festivas del año. Siempre es posible consensuar y hacer excepción (como invitar un amigo o amiga por unos días), pero sigue siendo una decisión que corresponde al adulto y que a la larga dará seguridad a los hijos.
Terra
MÁS INFO EN: http://www.terra.com.ve/hogar_nuevo/articulo/html/hof122763mur2239-padres-separados-como-abordar-las-vacaciones-de-los-hijos.htm
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Y es que el conflicto se agudiza en época de vacaciones, en donde la vida familiar se favorece. Ser comprensivos y escuchar las necesidades e intereses de los hijos, es una de las principales tareas de los padres, sobre todo cuando atraviesan un periodo de separación.
El tema es delicado, en especial para los hijos. “Ellos son quienes han debido adaptarse a una serie de cambios en la relación con sus padres que se han separado como pareja, pero no como figuras parentales”, explica Hernán Patricio Díaz, psicólogo de la Universidad Andrés Bello.
Una de las principales tareas de los padres es educar en amor para formar personalidades íntegras y seguras de sí mismas. Los hijos necesitan modelos de padre y madre para su propia madurez y para establecer relaciones significativas a su vez con otros seres humanos.
“Es necesario que los padres tengan las cosas claras para sí mismos y entre ellos primero; luego viene el traspaso de valores, actitudes y compromisos a los hijos. Corresponde a los padres explicar el por qué de sus decisiones y cuál es el fin que se busca a través de ellas. No hay que manipular para obtener la aprobación del hijo y menos descalificar al otro progenitor frente a posibles errores que haya cometido y “devolverle” la situación problemática en vez de buscar una solución responsable”, sostiene el especialista.
Al respecto, el psicólogo recalca las diferencias que pueden existir con relación al tiempo de la separación, ya que no es lo mismo un proceso reciente con más sensibilidades expuestas, que uno experimentado hace unos años con más temas asumidos. “Probablemente en el primer caso habrá que ser más cuidadosos en no traspasar, ansiedades, frustraciones, enojos o penas a los hijos al estar de vacaciones con ellos”, dice.
El experto de la UNAB destaca las siguientes recomendaciones a la hora de abordar este difícil episodio:
Comunicación franca: decir a los hijos con tiempo cómo se han programado las vacaciones; no variar a última hora los acuerdos; tener definiciones claras respecto tiempo de convivencia y lugares; y tener contacto con el progenitor ausente.
Empatía: considerar que es probable que los hijos siempre guarden la fantasía de ver a sus padres juntos, por lo mismo comprender sus estados emocionales (en especial en los más pequeños) al estar con uno de sus padres y extrañar al otro. Por lo mismo no juzgar, no manipular, no pretender modificar costumbres e intentar “reeducar” en unas semanas.
Actitud positiva: considerar las vacaciones como un verdadero paréntesis de recreación y estar dispuesto a disfrutar con los hijos los momentos juntos, desde lo más simple, como pasear tomando un helado, hasta los más elaborado como una estadía en la playa o el campo.
Saber escuchar: Siempre es conveniente escuchar a los hijos y conocer sus inquietudes e intereses; qué sentido tiene llevar de vacaciones a la playa a un niño que tiene fobia al agua.
Tomar las decisiones: Es importante ejercer la autoridad materna y paterna. Por lo tanto corresponde al adulto la responsabilidad de tomar la decisión que se cree más adecuada para el menor, muchas veces contra sus deseos. Con todo, en especial de la preadolescencia en adelante es más factible incorporar aspectos que son importantes para ellos, como los amigos, dado que los papás van dejando de ser el centro de su atención exclusiva.
Garantizar una relación directa entre padres e hijos: Debe operar el principio de autoridad hasta que el menor alcance su mayoría de edad. Salvo que exista una situación fundamentada que ponga en riesgo físico o psicológico a un niño, debe garantizarse la relación directa y regular con cada progenitor y esto incluye las vacaciones y otras fechas festivas del año. Siempre es posible consensuar y hacer excepción (como invitar un amigo o amiga por unos días), pero sigue siendo una decisión que corresponde al adulto y que a la larga dará seguridad a los hijos.
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