viernes, 1 de mayo de 2015

Gonzalo Rojas y el susurro

Foto: lasmagas.cl
24 de abril de 2015
María Loreto Mora Olate - ladiscusion.cl
Mañana se conmemoran cuatro años de la partida de nuestro poeta Gonzalo Rojas Pizarro; siempre presente con su obra y más aún para los chillanejos. En un futuro, espero que cercano, podamos contar con su casa larga de la calle El Roble funcionando con fuerza como “Centro Cultural Gonzalo Rojas”, espacio que durante estos años ha tenido vida gracias a las actividades organizadas por el “Grupo Literario Ñuble”.
Hace unos días tuve la oportunidad de regresar a dicha casa. Los espacios vacíos de libros y muebles, aún mantienen su aura y se me han venido de golpe súbito los recuerdos del tiempo que compartí con el poeta del relámpago. En el año 2002 fui su secretaria, rol que asumí sin buscarlo y por obediencia a mi profesora Berta López Morales, académica de la Escuela de Pedagogía en Castellano de la Universidad del Bío-Bío. En esta coyuntura de la conmemoración de su último viaje, me permito compartir con los lectores una experiencia atesorada por más de una década en mi pequeña bitácora celeste, como uno de los colores de su casa de “Chillán de Chile”, como a él le gustaba decir.
Comienza la bitácora: “Chillán, 6 de septiembre de 2002. 1917/1977: sagitario/serpiente de fuego ambos y nos venimos a encontraren este 2002, ‘año raro’ (y le robo esto último al poeta). Me recibe en una tarde casi de primavera y ahí estoy frente a frente, acompañados por un café arábigo, con Borges hablándonos desde la televisión. Rojas se tomó la molestia por indagar acerca de mi vida y de mi trabajo. Mientras tanto, me diviso en un espejo que está a sus espaldas, uno de los tantos que adornan su casa larga, verde y azul.
¡¿Qué puedo hablar con el poeta de “Las hermosas”?! –pienso inquieta. Su sabiduría y calidez resultan acogedoras. Mientras, recorremos los rincones de su casa y me cuenta de sus proyectos escriturales y su último libro que aún no salía de la editorial. Prontamente me asigna como tarea dos lecturas: “La poesía de Gonzalo Rojas” escrito por Hilda May, su segunda esposa, y el libro “Otras sílabas sobre Gonzalo Rojas” de Fabienne Bradu, amiga francesa radicada en México y estudiosa de su poesía.
Contemplando su jardín de rosas, me compartió su sueño de crear una fundación. Recordó el recital que realizó el día anterior en la Universidad del Bío-Bío, en el contexto del Congreso de la Sociedad Chilena de Estudios Literarios (Sochel) y su mención a nuestra Gabriela Mistral, que le hizo decirme ‘Tú debes ser siempre una obsesa, no pares de hacer cosas… Obsesa. Aquella palabra quedó grabada a fuego, y allí sin querer, me armó de su poder, confirmando muchas de mis convicciones al comprobar que los afanes, no han sido en vano. Volvimos a soñar con la fundación, observamos la casa bajo ese prisma, lancé algunas ideas y él las celebró. Ya me sentía en confianza y me permití jugar con mi buen humor y reímos”.
Continúa la bitácora y en uno de los días de trabajo, me dictó un discurso, texto que hoy resulta revelador de su autodefinición como artista de la palabra poética, cito: “Debo aclarar: yo no soy un historiógrafo, ni geógrafo, ni autor prolijo ni erudito, no hermeneuta ¿ya dije? Sino aproximadamente, un poeta, en el que dialogan lo real y lo irreal, lo que parece diálogo entre lo real y lo ideal. Por eso acaso soy un des-es-pe-cia-li-za-do y un des-tem-po-ra-li-za-do”.

Rojas decretó el susurro de su presencia, con aquella entrañable voz interior que lo habitaba. Hoy y siempre, escucharemos su legado, con la fuerza de lo auténtico en los deslindes de su palabra íntegra, que nos despierta, igual que relámpago.

Fotos: MÁS INFO EN: http://www.ladiscusion.cl/index.php/component/k2/item/1183-gonzalo-rojas-y-el-susurro
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